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La murga y su historia

Al hablar de la murga no podemos dejar de hacer referencia al antecedente histórico del de , señalando que el mismo “altera los protocolos de cortesía obligatorios entre y , así como entre adultos y niños”. Las características del juego en la época de Rosas -”los huevitos de agua, antecesores de las actuales bombitas, eran de gallina vaciados y vueltos a llenar con agua. También se usaban llenos de agua más o menos limpia o perfumada los grandes huevos de avestruces, baldes, vejigas con aire con las que se golpeaba a algún desprevenido”-, a la descripción que hizo el residente francés Alfredo Ebelot del desparpajo del entonces presidente Sarmiento en carnaval: “…recién llegado a Buenos Aires, me fui a ver el corso… El presidente de la República acertó a pasar en descubierto. Lo mojaron hasta empaparlo. El presidente… y los concurrentes se desternillaban de risa. ¡El presidente era aquel Sarmiento! ¡Qué de Estado ni qué niño muerto! En aquel momento, el presidente había tirado su presidencia a los infiernos. Sentado en una carretela vieja que la humedad no pudiese ofender , abrigado con un poncho de vicuña, la con un chambergo, distribuía y recibía chorritos de agua, riéndose a mandíbula batiente”.

En cuanto a los disfraces, resulta esclarecedor el análisis de las razones que motivaron a los señoritos high life a formar las sociedades de negros. Dice Martín 1993, entre otros conceptos, que luego de la caída de Rosas “Los dueños de la ciudad recuperada apelaron al carnaval para expresar la incertidum­bre y el terror frente a los violentos socia­les. Los señoritos de la elite disputaron en la calle misma su lugar pree­mi­­ne­n­­te”. Además, señala que el hecho de formar parte de aquella agrupa­ción era signo de distin­ción en la gran aldea “la Sociedad de Negros reunía lo más granado de la burguesía de la época. En sus listas leemos nombres de algunos asociados, co­mo los escritores Benito Lynch, Miguel Cané, Rafael Barreda y Héctor Varela, Félix Outes, apellidos como Basavilbaso, Ortiz Basualdo”.

Anécdotas como las referidas al nacimiento del disfraz de Cocoliche (europeo), en contraposición a los Moreiras (gaucho), dan una nota de a enunciados de fondo que ayudan a la interpretación de la popularidad de estos personajes, exponentes de la antinomia entre lo vernáculo y la inmigración europea. “Los circuitos de comunicación de masas en el siglo pasado fueron los periódicos y medios escritos, el circo criollo y las nuevas formas del teatro nacional. En estos medios, así como en los escenarios más espontáneos y populares del carnaval, se pueden seguir las huellas del gran drama de la constitución de la moderna nación argentina”.

Luego vienen las agrupaciones: murgas, comparsas, agrupaciones humorísticas. Todas estas manifestaciones comunitarias del desorden autorizado, señalan los modos de organización en los años treinta a través de “instituciones masculinas informales”, como el café y la parada de la esquina, para desplazarse a los disparadores del club de fútbol del barrio en la década del 60.

A modo de retirada, más que invitar a apagar las luces y guardar la levita, hay que incitar a pensar que, como decía Sarmiento, “El carnaval no puede ser extinguido. Es una tradición de la humanidad que se perpetúa a través de los siglos. Es una necesidad del espíritu”.

 

 

Se Formó la Murga (murga antes de la Dictadura Militar de 1976)

Las comparsas de carnaval fueron estimuladas en Buenos Aires por los círculos “ilustrados” a fin de desterrar los juegos “bárbaros”. En 1811, el cabildo de Mayo disponía que: ” pueda salir a las calles todo género de personas, pero (…) sin agua, huevos de olor, ni demás que se usaba en Carnaval”.

Sin embargo, estas precoces comparsas naufragaron frente a las prácticas tradicionales del carnaval “bárbaro”. en 1830, un periodista inglés ratificaba que: “unas épocas tentativas se hicieron en el Carnaval de este año, por grupos de enmascarados, para desfilar por las calles con música, etc., como se práctica en varias partes del continente europeo, pero no fueron alentados por los más civilizados, que, por el contrario, los empaparon con agua y los acosaron”. (Britsh Packet (BP), 27-2-1830).

Recién en 1834, cuando el Jefe de Policía era Gral. Mansilla, uno de los más ilustrados federales, pudieron algunas comparsas como “La Amistad”, “Los Restauradores” y “Danza de la Policía” exhibirse por las calles en el proyecto hacia las tertulias de sociedad que animaban con su presencia (Diario de la Tarde, 12-2-1934). El “buen orden que se ha observado en las Máscaras del Carnaval de este año”, según la prensa, animó al empresario del Parque Argentino, Santiago Wilde, a organizar Bailes de disfraz con motivo de celebrarse el victorioso regreso de Rosas de su campaña al Desierto. Comienza a desarrollarse la industria del Carnaval, pues en el lugar se ponen en venta o alquiler tantos vestidos como máscaras.

Al año siguiente el número de comparsas aumenta y la policía dicta la primera reglamentación, responsabilizando al “jefe” de cada una por los desórdenes que pudieran cometer sus integrantes (Gaceta Mercantil, 6-2-1835).

La compañía teatral, empresaria del Coliseo Provisional, organiza bailes de máscaras durante las noches de Carnaval. El primer galán, Casacuberta, juega el papel de un ceremonioso bastonero que, entre sus funciones, ordena a las bandas de las comparsas (ubicadas en el proscenio), la ejecución de su danza o canción preparada. Se destacó la brillante entrada de los “Restauradores”, que dirigía el coronel Joaquín María Ramiro, precedida por músicos ataviados de blanco con cintas rojas y como artista invitado el clown del Circo Olímpico, Mr. Hoffmaster, quien ejecutó un festejado salto mortal (BP, 28-3-1935). Además de las ya conocidas “Restauradores” y ” Amistad”, participaron en los festejos “Comercio”, “Simbólica”. “Sol”, “Orden”, “ler Esquina” y “Momo”, esta última con una canción compuesta expresamente por Juan Bautista Alberdi. En 1836 la policía otorgó 17 permisos para comparsas, con la novedad de que la mayoría pertenecía a localidades vecinas a la ciudad como las veraniegas San Isidro O San Fernando. Entre las porteñas volvió a destacarse “Restauradores”, las que “atravesaron las calles en las tres noches de carnaval, en medio de disparos, fuegos artificiales, etc., y acompañadas por bandas de música: y visitaron varias casas, incluida la de su Excelencia el Gobernador (…). Hubo baile en cada una de esas residencias, y un gran concurso de damas, todas con divisa federal (…)hasta que salió el sol en cada una de las mañanas (BP, 20-2-1936).

Es evidente el sector social al que pertenecían los miembros de esas comparsas: militares, funcionarios policiales, comerciantes, jóvenes de clase media y alta. señalan ya en el estandarte su adhesión al status que y su disposición a divertirse “espiritualmente. Las forman los hombres, los que pagan sus propios disfraces, condición ésta que exigía “un fondo excesivo con el objetivo de ostentar un lujo inmoderado” (GM, 21-2-1835).

No aparecen indicios de la participación de los negros, a los que cierta historiografía los imagina invadiendo las calles céntricas durante el carnaval como “pobres bestias…enceladas por la acción de su chicha favorita o por el cebo apetitoso del saqueo”.

Las comparsas de los negros en esta época no pertenecían al Carnaval: salían en procesión en la fiesta de Reyes -San Baltazar- y algún otro acontecimiento religioso, o a invitación de la autoridad política, como las fiestas Mayas de 1838, cuando se congregaron 2000 negros frente a la pirámide en la Plaza de la Victoria para ejecutar los bailes y cantos de sus respectivas “naciones” (BP, 2-6-1838). Lejos estaban de compartir con los blancos las diversiones dentro de un pequeño espacio celosamente custodiado por rígidas reglas sociales.

Además, las duras prohibiciones contenidas en el decreto del 8 de julio de 1836 sobre el uso de máscaras, vestimenta de otro sexo. “el representarse en clase de farsante, pantomimo o entremés… traje o insignias de eclesiásticos, magistrado, militar, empleado público o persona aciaga”, anticipan el ukase de 1844 que destierra “definitivamente el Carnaval, basándose en los perjuicios económicos ocasionados” por los violentos juegos a las obras públicas, la industria, la agricultura, sumado a la ofensa a la moral de las familias…”. (Fuentes Revista El Corsito editada por el Centro Cultural Ricardo Rojas y dirigida por Coco Romero)

 

 

Se prohibe el carnaval – estado de sitio – Se barre el Feriado del almanaque.

 

Buenos Aires, 9 de Abril de 1976…”Tengo el honor de dirigirme a V.E. en relación al proyecto de Ley adjunto por el cual se limitan en el ámbito nacional, los días feriados y no laborables.

La iniciativa se fundamenta en el enunciado propósito de incrementar la productividad a través de la eliminación de pausas en la actividad nacional.” Albano E. Harguindeguy – Julio J. Bardi. (en este Decreto Ley quedan totalmente eliminados los feriados de lunes y martes de carnaval.)

Cuando sacaron el feriado, para nosotros fue terrorífico. Nos enteramos por el diario

O por la televisión. Fue como si nos cortaran las piernas.

(Mariano de “Los Cometas de Boerdo”, Fuente: Vainer 2005)

          El Gobierno militar reprime hasta el almanaque, se suprimen los feriado que representan festejos populares o “rituales paganos”.

La lógica de este gobierno mostraba que un feriado suponía ante todo desaprovechar un día laboral. Además de no “querer” festejos populares que demostraran falta de trabajo.

Sin embargo la represión no buscó eliminar el carnaval, ya que podía festejarse los fines de semana. Durante el llamado Proceso de Reorganización Nacional, el carnaval se siguió festejando los fines de semana de febrero y el primer fin de semana de Marzo en Capital y el conurbano. ¿por qué se elimina el feriado pero se permite el festejo sábados y domingos? ¿Al gobierno le resultaba útil que la gente tuviera algunos “canales de distracción”? o por el arraigo social y cultural de esta fiesta ¿No les fue fácil eliminarlo por completo?.

Poblaron los corsos de Militares y policías, censuraron las letras, exigieron que se registren todos los integrantes de cada agrupación y obligaron a pedir una solicitud de permiso de circulación en la comisaría antes de cada noche de carnaval.

El festejo de carnaval no se prohíbe se controla; ¿Acaso eran más útiles para nuestros gobernantes obtener esas listas de registros que prohibir?. Creo que hoy estoy en condiciones de afirmar que sí.

Como consecuencia se redujo el número de murgas en actividad. También hubieron consecuencias posteriores, a mediano y largo plazo, que tienen que ver con la ruptura y desintegración de los lazos y códigos internos de las murgas, en un claro resultado de la violencia instalada en la sociedad y ¿por qué no? en el miedo instalado.

La murga como fenómeno cultural de resistencia:

 

Eran épocas de secuestros ilegales y desapariciones, pero nosotros seguíamos saliendo. Porque pensábamos que pasara lo que pasara la murga no tenía que morir. Esa época fue muy dura, fue triste. Pro nosotros teníamos que seguir adelante, porque si no se moría la murga. Por eso seguimos saliendo a pesar de todas las condiciones que nos ponían. (Mariano de “Los Cometas de Boerdo”, Fuente: Vainer 2005)

Caía la cana a los ensayos, elegía treinta personas y las llevaban. Agarraban los bombos y nos llevaban caminando a la comisaría. Llegabas allá, dejabas el bombo a un costado, venía uno y “¡uh! Disculpá…” te daba una patada y te lo rompía… al otro día teníamos que desarmarlo, comprar el parche, tensarlo y salir de nuevo para la plaza. No te tomaban las huellas dactilares, ni el nombre y apellido. Pero te tenían ahí en la comisaría cuatro horas. El tema era llevarte para cumplir con el pedido de algún juez, algún amigo, alguien a quién le molestaba lo que vos estabas haciendo.(Pichila de “Los Elegantes de Palermo”,  Fuente Vainer 2005)

. …”otro tema importantísimo era que toda persona que se cubría la cara tenía que tener un permiso especial de la comisaría que lo identificara… En cualquier momento la policia podía pararte y pedírtelo. Porque el rostro cubierto era terrorífico…era muy difícil poder realizar así los carnavales (Mariano de “Los Cometas de Boerdo”, Fuente: Vainer 2005)

En esa época había mas cana en la calle y mucho más control en los permisos. A vecees el Loco Mingo aparecía pintado, o con una máscara, o con un pañuelo, y cantaba una canción política o le cantaba al gobierno, o a Perón. Después la cana buscaba al cantor de crítica y no lo encontraba. La murga se las arreglaba para confundirlos, y él ya no era el que había cantado la canción. (Tato de Los quitapenas, Fuente Vainer 2005)

          Todos estos relatos nos muestran lo difícil que fue para los murgueros seguir con esta actividad. Lo que explica además la gran violencia que se generaba dentro de las murgas otras de las causas por las cuales dejaron de aparecer o se disolvieron. O lo que es peor se rompieron los lazos sociales que existían en el grupo, la solidaridad la razón social, la murga pasa de ser un espacio de esparcimiento a un lugar de resisitencia.

Aunque muchas de ellas siguieron y resistieron pese a todo, PORQUE LA MURGA ES UN ESTILO DE VIDA, UNA FORMA DE EXPRESAR QUIEN SOS.

       

Durante la década del ’80 y hasta mediado del ’90, la actividad del carnaval de Buenos Aires fue bastante menor. Fue en el conurbano bonaerense donde se mantuvo vivo el carnaval y sus agrupaciones. Es ahí donde yo recuerdo ir a los corsos y ver cantidad de comparsas y una que otra murga, claro que ya estábamos acostumbrados y era más fácil bailar que decir.

 

1982 …Volver con la frente marchita… pero con más alegría que nunca.

                  Regresa el carnaval

 

La ejecución de las políticas culturales, antes mencionadas, enfrentó la necesidad

de conocer y reconocer las redes de relaciones, los liderazgos, los modos

de participación y las formas de producción cultural propias de cada barrio. Es

decir, los espacios y modalidades de participación y de producción cultural propuestos,

por ejemplo, por el Programa Cultural en Barrios desconocían la experiencia

de organización y participación que establecen los sujetos en sus lugares de

trabajo, estudio, vivienda y recreación. Las murgas aparecen, entonces como una

de estas modalidades participativas y de producción cultural propias de los barrios

de Buenos Aires que se mantienen en vigencia desde su surgimiento en las

primeras décadas del siglo XX. Aunque para fines de la década de 1980, y luego de

un proceso de retracción muy marcado coincidente con la última dictadura militar,

sólo se llegaban a organizar unas diez o doce murgas en toda la ciudad, las

agrupaciones de carnaval se presentan como referentes en cuanto a actividades de

“animación sociocultural”, mantenían su rol de organizaciones comunitarias con

gran convocatoria y fuerte liderazgo en las redes de relaciones locales (Martín,

1997).

 

La asociación civil M.U.R.G.A.S. (Murgueros Unidos Recuperando y Ganado

Alegría Siempre), comienza con el objetivo de instaurar públicamente el

reclamo por el retorno de los feriados de carnaval al calendario oficial. Luego, se

consolida organizando actividades permanentes para difundir y promover las expresiones

artísticas de carnaval en los distintos espacios barriales, en la organización

de los festejos de carnaval y a través de publicaciones (volantes, folletos informativos,

revistas). Asimismo, este nucleamiento pasó a ser un espacio de representación

y discusión para los heterogéneos intereses de las agrupaciones carnavaleras.